La educación y la disciplina en el hogar para nada tienen que ver con aplicar la violencia en la familia; mucho menos en los hijos.
Sin embargo, la pregunta de muchos padres es, si una nalgada puede considerarse como una acción violenta hacia sus hijos y hasta qué punto es positivo o no tanto, darle nalgadas a los pequeños para corregirlos.
Pero entonces ¿qué se puede hacer para que el pequeño aprenda a comportarse, si ya lo hemos intentado todo y si se nos ha acabado la paciencia?
Una de las peores consecuencias de las nalgadas son las huellas psicológicos, y sentimiento de miedo.
Un niño que recibe golpes como castigo, puede volverse introvertido y violento, y es muy probable que él mismo, al crecer, utilice estos mismos métodos en su entorno como adulto y quizá como padre o madre.
En EE.UU. existe mucho interés por la reducción y prohibición del castigo corporal, sin embargo, las nalgadas aún continúan vigentes.
Lo que los expertos recomiendan es fomentar el diálogo con los niños desde pequeños.
Mi madre pensaba que “una buena nalgada a tiempo (o incluso “la chancla”, componen todo)”. ¿Será?
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