La elegida… Una de mis historias favoritas, es la que me cuenta mi madre sobre el momento de mi concepción, y no daré los detalles del proceso que -obviamente puedes imaginar- sino la magia que existió en ese instante. El momento exacto cuando ella supo que había sido “la elegida”. Ese preciso segundo en que mi alma llegó a reposar sobre su vientre, sumando en dos células, el regalo tangible del amor.
Me encanta imaginarme conectada a ella desde el vientre, respirando, comiendo y viviendo a través de ella, sonriendo juntas en sus días de alegría y padeciendo la nostalgia en los días de dolor. Compartiendo desde entonces algunas manías, sabores y mañas, que sin saberlo, serían heredados; me imagino cobijada por su vientre, tomando las más deliciosas siestas, recibiendo su amor en cada latido y regocijada en cada intercambio de pasión.
Es ella la elegida, la que con valentía sacrificó su cuerpo, la que con dolor me dio el pase a esta vida terrenal, la que renunció a ser ella para ser yo, la que regaló su tiempo a cambio de una absoluta devoción, la que en desvelo me contempló, y en oración, siempre me entregó.
Es ella la elegida, la que no renuncia un sólo instante a su labor, la que sigue creyendo en mí y aplaudiendo cada paso que doy, la que se llena de vida cuando me ve cruzar la puerta o al sólo escuchar mi voz.
La elegida, eres tu mamá, mi solecito, mi reflejo, mi carta de presentación. Tú eres yo y yo soy tú, gracias por darme la vida, gracias por amarme, por cuidarme y por seguir siendo parte de cada capítulo de mi vida.
Celebra su vida y su existencia cada día, ámala, llámala, abrázala, consiéntela todos los días.
La elegida fuiste tú, la bendecida fui yo ¡Feliz día de las madres!
What do you think?