Diego Luna con Tuiris en los Globos de Oro.
El pasado domingo tuve la suerte de acudir a la ceremonia de los Globos de Oro, donde me encontré con el mexicano Diego Luna. El actor, que triunfa en los cines con la película Rogue One, posó conmigo en una foto dedicada a Tuiris.
Hollywood, orgulloso y seguro de sí mismo se reunió para celebrar la fiesta de los Globos de Oro, su favorita. Los premios dieron la victoria a un filme que es un homenaje a Hollywood; La La Land, un musical ácido que muestra, entre bailes y canciones, las dos caras del “show business”; el éxito y el fracaso.
La La Land se llevó a casa siete Globos de Oro; incluidos mejor actriz en la categoría de comedia para Emma Stone y mejor actor de comedia para Ryan Gosling.
En Drama, los premios estuvieron más repartidos, siendo el de mejor actriz para la francesa Isabelle Huppert por Elle, mejor actor para Casey Affleck por Manchester by the Sea y mejor película dramática para Moonlight.
Sarah Jessica Parker, a mi lado al final de la noche, me confesó emocionada que quería ver ganar a Cassey Affleck, uno de sus mejores amigos, aunque, a mi parecer, no estaba ni la mitad de elegante que Diego Luna.
Lo pasé genial hablando con Diego Luna, Lilly Collins e Isabel Huppert en una ceremonia que comenzó con un segmento inspirado en el filme de la noche, La La Land, cortesía del presentador Jimmy Fallon.
Un surtido de estrellas se prestaron a participar en la apertura, desde Justin Timberlake, que estuvo toda la ceremonia paseándose entre las mesas tomado de la mano de su esposa la actriz Jessica Biel, hasta Nicole Kidman, Amy Adams, Evan Rachel Wood y Kit Harrington.
Son ya 74 ceremonias de los Globos de Oro celebradas en los salones del hotel Beverly Hilton y, desde siempre, estos premios han destacado por conseguir un momento inolvidable para la historia del cine.
La noche de ayer no defraudó, aunque no fueron los discursos de los ganadores sino el de la homenajeada Meryl Streep, a quien dieron el Premio Cecil B DeMille, quien emocionó a los asistentes con sus palabras.
Las grandes estrellas, las que ya están establecidas y pueden decir lo que quieren sin miedo a las consecuencias, porque su trabajo ha quedado ya grabado para la posteridad, dignifican un Hollywood últimamente demasiado correcto políticamente frente a las circunstancias.
Meryl Streep es la actriz más premiada de Hollywood, la actriz más reconocida y, al mismo tiempo, más comprometida.
“Hubo una interpretación este año que me dejo de piedra. Clavó su gancho en mi corazón, no porque fuera buena, no había nada bueno en ella, sino por su efectividad, por como hizo su trabajo. Consiguió entretener a la audiencia para la que actuaba al mismo tiempo que mostró sus dientes.
Fue, en ese momento -cuando la persona pidiendo por el asiento más respetado del país imitó a un periodista discapacitado, alguien a quien superaba en privilegio, poder y capacidad de lucha- en que mi corazón se rompió. Todavía no puedo olvidarlo porque no era una película, era la vida real”.
Esto es lo que dijo Meryl Streep ante la sorpresa de los asistentes, testigos mudos de un discurso político contra el presidente electo Donald Trump. (Streep se refería a la imitación que Trump hizo -durante su campaña- del periodista del New York Times, Serge F Kovaleski, que padece artrogriposis).
“Su instinto por humillar, cuando es modelado por alguien en una plataforma pública, por alguien poderoso, se filtra en la vida de la gente común; da permiso a otros para hacer lo mismo”.
Meryl Streep, midió cada frase, escritas con tinta punzante, consciente de los millones de televidentes al otro lado de la cámara.
“Gracias a la asociación de periodistas extranjeros encargados de dar el premio; esos extranjeros que ahora son vilipendiados. Pero pensémoslo, Hollywood está lleno de extranjeros” dijo Streep, que acto seguido se dedicó a relatar el origen de muchos de los actores presentes en la sala, y terminó recordando a su amiga Carrie Fisher, fallecida hace un mes a los sesenta años de edad, un día antes que su madre Debbie Reynolds. “Como diría Carrie, la princesa Leia; usa tu corazón roto y conviértelo en arte”.
Precisamente por amor al arte, al cine, se creó La La Land, David Chazelle es el arquitecto tras el guión y la dirección de esta historia dedicada a los actores y músicos de Hollywood.
Tras su mágica noche en los Globos, este filme está muy cerca de los “Oscar”. En la saludable obsesión de las listas de mejor vestidos, epidemia que invade la cultura pop, cuesta encontrar lo que realmente significa una gran interpretación, la reflexión de la propia identidad en la esencia del personaje.
Gosling y Stone lo consiguen en La La Land, una autentica gema cinematográfica. Emma Stone y Ryan Gosling, los protagonistas, son los actores de moda en la gran pantalla y la mágica que viven, en la ficción y en la realidad, solo sucede en Hollywood. “Quiero dedicar mi premio a todos los actores a quienes cierran la puerta en las narices” dijo Stone al recibir su galardón.
Gosling fue más personal dedicando su premio a la memoria del hermano de su mujer, la actriz Eva Mendes. “Sin ella, sin su apoyo, no hubiera podido disfrutar del rodaje de este filme como lo hice”.
En la cena de los Globos, que no es tal porque no hay platos sobre la mesa desde el momento que comienza la ceremonia, dos actores se redimieron con la industria. Primero Isabelle Huppert, la actriz francesa encontró su premio gracia a la película Elle y, por primera vez, puede conseguir su nominación al Oscar (iba siendo hora).
El otro fue Casey Affleck, el hermano pequeño de Ben, curiosamente Ben no quiso sentarse en su mesa, con él y Matt Damon, para no robar protagonismo al benjamín de la familia. Affleck, Casey, ganó por Manchester by the Sea y se defendió de los ataques a los que está siendo sometido por mal comportamiento en los rodajes. “La gente puede decir lo que quiera, no importa lo que tú respondas sí eres famoso. No lo entiendo. Yo también tengo familia e hijos”. Luego, en privado, recoció que le han dolido las críticas. “Fue un malentendido que me afectó mucho” recalcó.
Qué decir del momento en que apareció por la puerta de atrás Brad Pitt, el productor de Moonlight, para presentar su película, que a la postre fue la ganadora de la noche.
El alboroto entre los presentes fue increíble, el padre de Angelina Jolie, John Voigh, fue testigo de la ovación que recibió su ex yerno, y uno entonces se pregunta que sabrá ese Hollywood en la intimidad que desconocemos los demás, para aplausos tan encendidos.
Brad, elegante y delgado, estuvo unos minutos, igual que Ben Affleck y Leonardo DiCaprio, los tres abandonaron la fiesta rápida y furtivamente.
Enamorados del arte de entretener, Hollywood se miró el ombligo y se acordó que, ante la falta de libertad, siempre quedará la magia, La La Land y Meryl Streep quienes intentaron recordarlo.
Jimena Pinedo
January 14, 2017Magnífico artículo!!!