Me olvidé de mí. Uno de estos días platicaba con una linda mujer, madre de cuatro hijos que atravesaba por un proceso de divorcio, después de veinte años con su pareja. Al preguntarle qué había ocasionado que la relación se deteriorara me respondió: “me olvidé de mí”.
¿Te identificas con este sentir? ¿Dónde ha estado enfocado tu tiempo y devoción por los últimos años? Tal vez seas una mamá de tiempo completo, una ama de casa, esposa o hija de tiempo completo… pero ¿y tú donde quedas? Trata de recodar cuándo fue la última vez que te preguntaste: ¿qué tengo ganas de hacer hoy?, ¿qué es lo que realmente deseo hacer hoy, y si lo has hecho ¿pudiste cumplirlo o qué te detuvo?.
Entonces si te olvidas de ti, eventualmente llegarás a un punto de tu vida en donde necesitarás reconectarte contigo para fortalecer tu espíritu, mente y emociones; retomando algún hobbie, dando prioridad a lo que para ti tiene valor, haciendo las cosas por y para ti.
Pero… ¿por qué me olvidé de mí?
Hay muchos trucos y distractores en el camino de la devoción hacia los demás; en ocasiones es el inmenso amor a los hijos y la maravillosa oportunidad de transformar el mundo para ellos. Otras veces se debe a una inmensa dependencia emocional y sentimental donde no tienes potestad sobre tu dinámica de pareja. A veces podemos ser presas del chantaje familiar y la demanda de algunos padres que esperan que los hijos pausemos nuestra vida para vivir para ellos.
Nunca es tarde para volver a hacer lo que llena tu alma, para retomar lo que tanto disfrutas, ya sea una tarde de café con amigas, aprender algo nuevo o irte de viaje.
Recuerda siempre que: no eres la hija de, la mamá de, ni la esposa de… simplemente eres tú, así que ¡no te olvides de ti!
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