Para la mayoría de las personas, los mocos son desagradables, asquerosos y ni siquiera tienen una función, sin embargo no hay nada más alejado de la realidad. Los mocos tienen una tarea de protección muy importante.
Primero que nada, debes saber que existen muchos tipos de moco y todos tienen funciones diferentes. Hay moco en tus pulmones, en tu nariz, en tu colon y, si eres mujer, también en tu cuello uterino.
A los mocos, en otras partes del cuerpo se les da el nombre de mucosa. Dicha mucosa es responsable de la hidratación y la defensa química y bacteriológica de tu cuerpo.
Pero regresemos a los que tienes en las vías respiratorias. Esos que encuentras en tu nariz y quieres sacar a toda costa.
Resulta que al día, en promedio, producimos alrededor de 1 litro (1/4 de galón) de mocos. Esto con el fin de proteger nuestro cuerpo de agentes externos.
Cuando respiras, sin querer también inhalas muchas partículas de polvo, gérmenes y polen. Si estas partículas llegan a los pulmones, estos se pueden irritar o infectar.
Por suerte, los mocos (junto a los bellos nasales) atrapan estas partículas. Así, los detienen en la nariz e impiden su entrada a tu organismo.
Cuando esas partículas dañinas se meten en la nariz, el moco las rodea. Luego, con ayuda de los bellos nasales, el moco se mueve hasta la parte frontal de la nariz o la parte posterior de la garganta.
Cuando llegan a la parte delantera de tu nariz es cuando se secan y se ponen duros. Antes de eso son blandos y pegajosos, a la espera de partículas a las cuales detener.
Así que la próxima vez que te sientas disgustado por tener mocos, piénsalo dos veces. Sin ellos, seguramente nos enfermaríamos el doble.
Además es algo muy normal, todo el mundo tiene mocos. Sólo tenemos que sonarnos de vez en cuando.
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