Acaba de pasar el día del niño y lo lógico es celebrar a los más pequeños, pero ¿hiciste tú algo por tu niño interior?
Todos los mayores han sido primero niños, pero pocos lo recuerdan
“El principito”
Todos recordamos a Peter Pan y su deseo de nunca crecer. Seguramente en algún punto pensamos en esa posibilidad, pero de pronto crecemos (unos más que otros), y esta vida adulta nos hace confrontarnos con muchas cosas, como hacernos responsables de nosotros mismos y de nuestras decisiones.
En el camino, a veces se nos olvidan muchos sueños e ilusiones que teníamos de pequeños, pero, sobre todo, se nos olvida que nuestro niño interior nunca se va, siempre está ahí, y a veces es él quien toma las decisiones por nosotros.
Para empezar, ¡¿qué es eso del niño interior?! Muchos lo describen como el subconsciente, esa parte de nosotros que almacena los recuerdos, buenos y malos; los momentos felices, los traumáticos, los que definieron nuestra forma de ver el mundo y de reaccionar ante distintas circunstancias.
Ejemplo 1: Estás trabajando y de pronto quieres mandarlo todo a la &%”$”#= ¡y salir a jugar! Ese es tu niño interior, que podría estar diciéndote que te tomes las cosas con más calma, o quizá te está ayudando a evadir una responsabilidad.
Ejemplo 2: Tu pareja no te contesta el teléfono en todo el día y de pronto te sientes abandonado, no querido, olvidado. Tu niño interior está hablando como aquella vez que te sentiste solo el día que tu mamá te dejó en la escuela.
Pero el niño interior también puede salir en momentos de mucha alegría e inspiración, cuando te diviertes en familia, con los amigos, cuando inicias un nuevo proyecto.
¡El niño interior guarda tanto sueños olvidados como miedos e inseguridades! Así que depende de nosotros sanarlo. ¿Cómo? Trata de escucharlo. ¿Qué es lo que quiere y necesita? Amor, aceptación, confianza en sí mismo. Cosas que no le puede dar nadie más que tú. Ningún trabajo, pareja o situación puede sanar a tu niño herido.
Así que, si no celebraste a tu niño interior ¡sal a pasear un día con él! Juega, ríe, súbete a un columpio, ve tu caricatura favorita, come tu helado preferido, ¡abrázalo mucho y diviértete como cuando eras pequeño! Yo acabo de ir a un concierto rodeada de adolescentes ¡y me divertí como niña!
No importa los años que pasen, la relación con nuestro niño interior determina en gran medida quiénes somos en nuestra vida adulta, así que no lo censures tanto, permite que se exprese un poco más, con más corazón y menos razonamiento, sin que se vuelva caprichoso, claro. Si comienzas a sanarlo verás las cosas de una manera distinta, créelo, te lo dice La Moccata.
¡Nos vemos en el próximo video!
What do you think?