A muchos nos encanta estar la cama con una manta para dormir. Y como es muy importante dormir lo suficiente para estar -no sólo alerta- sino también saludable, aquí te dejamos estos datos.
En EE.UU. varias investigaciones han demostrado que cuanto más pesada sea tu manta, más fácil te duermes.
Sucede que el tacto ligero estimula el sistema nervioso, mientras que el tacto fuerte pero suave, lo tranquiliza. Esto según ellos, funciona para la mayoría de la gente.
Científicamente este método se llama presión del toque profundo (deep touch pressure), que es un efecto similar al masaje, pues relaja y propicia la sensación de calma y comodidad.
Experimentamos sensaciones de este tipo cuando nos abrazan fuertemente y con cariño, o nos acarician la espalda.
Con la presión suave al cuerpo, nuestro cerebro empieza a producir la llamada hormona de la felicidad, serotonina, la cual en la obscuridad, se transforma en melatonina (la hormona responsable del ciclo de sueño).
Una manta pesada es buena porque presiona suavemente cada centímetro de nuestro cuerpo. Nos permite relajamos porque nos manda la señal: “todo alrededor es seguro y acogedor, es hora de descansar”.
Al mismo tiempo, las mantas pesadas se recomiendan para niños hiperactivos, autistas o con parálisis cerebral.
El peso de la manta depende de tus preferencias personales y tu peso corporal. Por lo general, a los adultos se les recomiendan cobertores con un peso de 6 a 15 kilogramos (13 a 33 libras).
Es importante que si en lugar de una presión agradable sientes pesadez o que te dificulta la respiración al usar una manta, es mejor cambiarla o retirar una parte del relleno.
Sin embargo, lo más fácil es comprar en el mercado una manta común y corriente, moderadamente pesada.
Anota el tip y logra una mejor calidad se sueño; así podrás descansar mejor y rendir mucho más en tu día y en tu vida.
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