La primero que debemos responder es si existe la crítica constructiva… bueno, no existe y tampoco los elefantes color naranja ¿verdad?
Si por criticar entendemos no aportar nada y no ofrecer ninguna solución, entonces no sirve en lo absoluto. Distinto a dirigir o proponer.
Siempre hay que hacer oídos sordos a aquellas criticas mal intencionadas, solo buscan parar nuestros mejores pasos
— Hugo Salazar (@Salbarte) 28 de enero de 2016
La “ley de los tercios”, dice que todos tenemos un tercio de personas que nos quiere, un tercio de gente que nos odia y un último tercio de gente que ni nos conoce, e igual opina de nosotros.
¿Qué hacemos cuando esa crítica mal intencionada llega a nosotros?
Primero es, hacer una lista con la gente que pensamos fracasar.
Hay personas que -hagas lo que hagas- te van a criticar de todas maneras, así que agrégalos a tu lista y siéntate a esperar los chismes.
Lo segundo es una técnica para minimizar el golpe de la crítica. Consiste en responder a las críticas haciendo pequeños los errores que podamos tener; por ejemplo si te dicen que llegaste tarde o estás mal con lo que crees, responde… ¿y?
Lo tercero es simplemente un, “lo voy a tener en cuenta”, una clara frase de cierre del tema.
Muchas gracias, lo voy a tener en cuenta. Es un modo útil y educado de salir de la situación y no darle importancia a ese comentario hiriente.
En cuarto lugar está el escuchar, pues muchas veces la gente puede -aunque con malos modos- aportarnos algo que nos pueda ayudar a crecer.
Las personas inteligentes escuchan, toman lo que les sirve y construye hacia adelante.
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